EVALUAR Y SER EVALUADO... UNA TAREA DE NUNCA ACABAR
Evaluar y ser evaluado no puede ser un proceso lleno de traumas y angustias, debe ser una actividad animada que propicie espacios de reflexión, análisis, auto control, conocimiento del alumno y al mismo tiempo del profesor.
Desde siempre, la evaluación del estudiante ha sido una tarea ardua pues no es sencillo hacer seguimiento a 45 chicos en un salón, en ocasiones, las estrategias se acortan quizás por el cansancio del día y el cúmulo de semanas, o quizás por el poco tiempo que se tiene en el aula de clase, pero siempre es bueno conocer el metro cuadrado que nos rodea.
Cuando se conoce un poco más el alumnos o el maestro, es desde luego mucho más sencillo identificar cualidades, defectos, hasta problemas que puedan llegar a impedir un aprendizaje significativo del que tanto habla Ausubel "la estructura de los conocimientos previos condiciona los nuevos conocimientos" y en esta medida es el maestro (el evaluador) que debe propiciar ambientes adecuados que no sesguen la actividad, que los evaluados puedan estar cómodos para responder.
No tiene sentido que el maestro "raje" a un estudiante, tiene más sentido la labor docente cuando se identifica el problema de aprendizaje y se crean estrategias para lograr que ese alumno que no aprendió lo haga.
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